¿Qué vitaminas me faltan si tengo mucho frío?
Sentir frío en días duros de invierno, en una bajada brusca de las temperaturas o en tu oficina cuando llevas aguantando toda la mañana un aire acondicionado muy fuerte son situaciones absolutamente comprensibles. Son momentos puntuales en los que rápidamente seríamos capaces de reponernos.
En cambio, cuando tenemos esta sensación de forma más prolongada y aparece sin necesidad de un contexto especialmente gélido es cuando se nos tiene que encender una pequeña alarma para determinar cuál es la causa. Puede no ser nada serio, o algo fácilmente reparable, o tal vez estemos ante un déficit de algo concreto en nuestro cuerpo.
Posibles causas
Esta es una lista bastante amplia de posibles causas que podrían estar detrás de una sensación de frío más o menos persistente:
- Descanso inadecuado. Que arrastremos cansancio por no tener una buena calidad del sueño puede repercutir en una disminución del funcionamiento del metabolismo que implique una alteración de la temperatura corporal.
- Tener poca grasa corporal. Un Índice de Masa Corporal (IMC) por debajo de 18 implica ser más propenso al frío porque no hay una buena protección corporal en forma de grasa. Por eso en invierno es especialmente interesante consumir alimentos grasos. Evidentemente, con moderación para no alterar en demasía la dieta.
- Trastorno en la tiroides. Es una glándula que funciona como termómetro del cuerpo porque regula varias funciones. Cuando el cuerpo no produce las hormonas necesarias, un proceso denominado hipotiroidismo, puede implicar una mayor sensibilidad hacia el frío, aunque con medicación diaria es fácilmente regulable.
- Mala circulación. Puede tratarse de un problema circulatorio cuando se siente frío en las extremidades.
- Estar deshidratado. Sin la suficiente cantidad de agua en el cuerpo, la sangre no circula de la misma forma. La recomendación es no bajar del litro y medio de agua al día.
- Presión arterial descompensada, ya sea por arriba o por abajo. Esto haría que llegara menos sangre a pies y manos y por lo tanto se mantendrían más fríos. Habría que conocer el porqué de la descompensación.
- Ciertos medicamentos como anticonceptivos o inmunosupresores pueden generar un efecto secundario de frío en manos y pies.
- Anemia. Esto ocurre cuando el cuerpo tiene un déficit de glóbulos rojos, que son los encargados de transportar oxígeno a todo el cuerpo y de eliminar el dióxido de carbono. Sin una correcta oxigenación, el cuerpo puede sentir más frío en ciertas partes.
- Altibajos hormonales. En las mujeres, a lo largo del ciclo menstrual, en el embarazo o la menopausia pueden producirse estas alteraciones que provoquen más sensibilidad hacia el frío.
¿Qué vitamina podría faltar?
Podría darse un déficit de vitamina B12. Es importante porque presta ayuda en distintos frentes: la digestión, la absorción de nutrientes, la circulación o la regulación de la temperatura. Si se produjera una deficiencia podríamos hablar de incluso entumecimiento en algunas partes del cuerpo.
La vitamina B12 se encuentra en el pescado, las carnes, los huevos y los productos lácteos. Especialmente, las carnes ofrecen buenas cantidades. De ahí que los vegetarianos tengan que estar atentos a su dieta para complementar bien la ausencia de carne. En este caso, podría ser una buena solución el One-A-Day, una compleja fórmula de 12 vitaminas y 10 minerales que prestará un gran apoyo al sistema inmunitario. Consulta con tu especialista.
Recomendaciones
Aquí van algunas orientaciones, aparte de las más elementales de añadir capas de ropa:
· Realizar ejercicio físico moderado, especialmente andar o correr. La actividad cardiovascular nos puede hacer entrar en calor y también mejorar la circulación.
· Mantener una correcta dieta, rica en vegetales, frutas, legumbres, carnes y pescados, prescindiendo de grasas saturadas, bollería, preparados y alcohol.
· Dormir de 7 a 8 horas diarias para mantener un correcto funcionamiento del metabolismo. Si nos cuesta conciliar el sueño, es importante cenar pronto y ligero para que dé tiempo a hacer la digestión, no mirar pantallas antes de acostarse, y probar con elementos como el antifaz y los tapones que nos pueden ayudar a blindar mucho mejor nuestro descanso.
· Llevar a cabo ejercicios de relajación, basados en respiraciones diafragmáticas.
· Masajear las zonas donde notamos más frío.
En caso de ser una sensación muy persistente, y de que aparezca de la mano de otra sintomatología, sería indispensable acudir a un médico para recibir el diagnóstico más adecuado.