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Planes de dieta

POSTCOMPETICIÓN: Atracones

La temporada de competiciones de fitness y culturismo llega a su fin, con ella se acabaron las dietas hipocalóricas y muy restrictivas que contribuyeron a presentar ese físico magro y escultural. Ahora, ¿Es el momento de recuperar el tiempo perdido nutricionalmente y devorar todo lo que nos plazca? Sabemos que no debe ser así, a continuación, te indicamos una buena forma de plantear tu post-competición.

Pasado el tiempo de “penurias” a nivel alimenticio, puesto que la competición en muchos casos lo requiere para poder llegar a ese punto de definición extremo, o, aunque no sea extremo hay que someter el cuerpo a un descenso en el nivel graso por encima de la media para poder ser competitivo y lucir bien en el escenario; en muchos casos podemos decir que se acumula ansiedad como si de una bomba de neutrones se tratase y que cuando explosiona genera una gran catástrofe (a nuestro organismo).

Una vez que liberamos las ansias todo lo que comemos parece poco, estamos con un hambre atroz, aunque comamos una gran cantidad de alimentos, pero claro está, viene dado por una mala elección de los alimentos. Elegimos alimentos hipercalóricos con alto porcentaje de azucares y grasas sobre todo saturadas e incluso hidrogenadas; lo que viene a ser alimentos hiperpalatables (bollería de todos los colores, sabores, y con diversos rellenos, las decenas de recetas rescatadas de Instagram, hamburguesas de 20cm de altura, patatas gratinadas con salsas y otros toppings, la lista puede ser interminable).

Podemos pensar que no hay nada malo en dejarnos sucumbir a la tentación, y la verdad es así, pero lo difícil es tener el control y saber parar. Este tipo de alimentos suele contener potenciadores del sabor provocándonos comer bastante más de lo que haríamos en condiciones normales pues bloquea nuestro sistema de la saciedad, aquel que envía al cerebro la señal de que estamos llenos y que debemos parar de comer.

Además, habría que incidir en que nuestra insulina se segregará en grandes cantidades para poder transportar a las distintas células esa enorme cantidad de glúcidos que hemos ingerido, sabemos que el exceso de glucosa una vez lleno los depósitos de glucógeno va a nuestros adorables adipocitos (esos que en ese momento estaban “desnutridos”).

Estos niveles elevados de insulina provocan un efecto YOYO referente a los niveles de glucosa sanguíneo, con lo que pasamos de altos niveles a bajos, y cuando están bajos nuestro cerebro nos envía la señal de que debemos comer para nivelar esa glucosa que está baja, si volvemos a comer y además es un alimento rico en azucares volveremos al mismo proceso, y al poco tiempo volveremos a sentir hambre.

Habéis escuchado esa famosa frase “Existe un segundo estomago para el postre”, y es que por muy llenos que estemos cuando degustamos algo sumamente palatable cargado de azucares y grasas, se van las señales de la saciedad y somos capaces de comer más, claro está, luego sentimos malestar.

Entonces, ¿qué debemos de hacer?

Lo ideal sería en la medida de lo posible darse algún capricho pues nos lo merecemos después de meses de pasarlo regular gustosamente para conseguir nuestro fin. Para ello planifica tu comida poniéndole un principio y un fin, sobre todo el resto de comidas que rodea a esa que será más calórica.

Si quiero hacer una comida totalmente fuera de la dieta, pues puedo optar por todas las comidas del día hacerlas muy sanas para al menos controlar de no excederme demasiado en lo que a necesidades energéticas se refiere. Sería hacer comidas sanas y no densas calóricamente, en parte es importante las leyes de la termodinámica y si no queremos ser una muñeco de nieve antes de llegar a navidad, controlar nuestra ingesta energética nos vendrá genial.

*Ejemplo; 1 comida libre de 1500-2000kcal (después de competir, entra os lo aseguro), y el resto de comidas que sumen 1000-1500kcal; al final del día habré ingerido entre 2500kcal que para una chica de peso medio ya es bastante, y 3500kcal que para un chico de peso medio será bastante

Principalmente no debemos pasarnos demasiado con las comidas, no por no perder la forma (que la perderemos) sino porque podemos tener problemas de salud debido al famoso rebote post-competición, nuestro organismo no es capaz de lidiar con esos excesos alimenticios. Forzamos al hígado y riñones a trabajar más que cuando hemos tenido nuestra alimentación controlada, elevamos rápidamente los niveles de grasa visceral, sufrimos de retención hídrica debido al desbalance de sales minerales (alto exceso de sodio), el exceso de azúcar provoca inflamación en nuestros tejidos, y hasta nos sentimos más cansados y con más sueño a pesar de comer más y dormir más.

Hay que disfrutar, pero como en todo, la moderación es la clave y no necesitas comerlo todo en la primera semana que acabas de competir, tienes más tiempo para disfrutar de aquello que no hiciste.