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Planes de entrenamiento

¿Por qué aparece dolor en las rodillas después de correr?

¿Cuántas veces has experimentado esos dolorosos pinchazos en las rodillas tras una buena carrera al salir del trabajo? No estás solo, es algo bastante común y se puede deber a varios factores. La buena noticia es que se pueden sobrellevar, aunque, como en todo, no hay una receta infalible para acabar de forma absoluta con los pinchazos.

Si te interesa desentrañar los misterios que envuelven a las rodillas cargadas, quédate a leer porque profundizaremos y aportaremos consejos prácticos para que no sufras haciendo aquello que más te entretiene y te evade: el sentirte libre corriendo.

¿Por qué sucede concretamente en las rodillas?

¿Por qué sucede concretamente en las rodillas?

Básicamente porque el hecho de correr implica movimientos repetitivos de flexión y extensión de rodilla. Es una articulación de carga que no para de sufrir impactos y encima ha de soportar nuestro peso. De ahí la importancia, ya os lo avanzamos, de contar con unos buenos cuádriceps para aliviar semejante impacto.

Sin embargo, el correr no es una de las actividades más exigentes para la rodilla. Deportes como el esquí, el baloncesto o el fútbol todavía son más agresivos en ese sentido: cambios de ritmo, saltos, caídas, cambios de dirección constantes e incluso fricciones. Ahí es donde suelen proliferar las tendinitis y las lesiones ligamentosas.

Consejos para mitigar el dolor en las rodillas

Vamos con una lista de recomendaciones para evitar un mayor sufrimiento de las rodillas, pero antes, una consideración previa: es frecuente sentir estos pinchazos o molestias en caso de ser una persona que se está iniciando en el mundo deportivo y de golpe pasa a recibir cargas bruscas, como podrían representar los ejercicios de Crossfit o las rutinas de correr exigentes o continuas. Hay que discernir si el dolor viene por algo que nos sucede o por simplemente no estar acostumbrado. También entender si hay lesiones previas o no como roturas meniscales, algo que puede condicionar bastante la vida deportiva futura.

Pasar de la nada al todo suele conllevar la aparición de problemas físicos. Es necesario que el cuerpo se ajuste y hacerlo todo, siempre, de un modo gradual. Sin más dilación, vamos con los consejos:

·        Adaptación al morfotipo de cada uno. Quiénes somos, qué problemas tenemos en nuestra pisada, qué peso tenemos, qué experiencia previa tenemos con el deporte. Es importante conocerse. No para fijarse límites sino para crecer a partir de ellos.

·        Evitar en la medida de lo posible el sobreentrenamiento aunque a veces es complicado si hay algún proceso de oposiciones de por medio o algunas carreras que implican una preparación muy alta como una maratón.

·        Apelar al sentido común. Permitir que el cuerpo descanse y se pueda recuperar. Pero no solo eso: si vemos que hay una actividad en concreto que nos genera malestar si la convertimos en recurrente, habrá que espaciarla en el tiempo.

·        Mantenerse activo. Muy importante. No concentrarlo todo en pocas semanas y luego dejarlo. Hace falta una constancia en el hábito. Esto nos ayudará a mantener más engrasadas nuestras articulaciones y a que nos cueste cada vez menos determinados ejercicios, algo que agradecerá nuestro cuerpo, tanto en el desempeño como en la recuperación.

·        Uso de calzado adecuado. A veces, muchos de los problemas empiezan por ahí.

·        Aplicar técnicas correctas de entrenamiento.

·        La importancia siempre del calentamiento para propiciar una progresión en el esfuerzo y calentar el cuerpo antes del reto.

·        Contemplar otros deportes como el ciclismo o la natación, si el dolor se torna insoportable. Están más recomendados en estos casos porque tienen un menor impacto en las rodillas.

·        Reforzar la musculatura de las piernas para que no sufra tanto la rodilla. Esto es un clásico de las recomendaciones, lo habrás leído mucho, cuesta ponerse, pero es fundamental. Unos buenos cuádriceps o isquiotibiales permitirán amortiguar los impactos y hacer que las rodillas sufran menos.

·        Bajar de peso. Si estás algo excedido, también puede ayudar. Cada kilo extra en el cuerpo, ejerce una presión adicional sobre las articulaciones. Y conforme pasan los años y nos adentramos en el umbral de los 40 y los 50, cada kilo perdido, en clave deporte, puede representar más ligereza para las rodillas. Evidentemente, cualquier proceso de este tipo, convendría consultarlo con un especialista de la nutrición.

¿Importa la superficie en la que corremos?

¿Importa la superficie en la que corremos?

Este es otro de los aspectos clave y, sí, importa y mucho. No es lo mismo correr sobre un pavimento duro o una superficie irregular que hacerlo sobre tierra, senderos forestales, pistas de tartán o cintas de correr del gimnasio. Incluso correr sobre arena disminuye los impactos, aunque existirá una resistencia adicional.

Por supuesto que este aspecto es en el que menos podemos incidir, por eso lo dejamos para el final. Nos toca vivir donde podemos y tenemos a mano lo que hay. Muchos ni tenemos la playa a mano ni espacios verdes con senderos de tierra por los que transitar y respirar aire puro. La tarea de correr en ciudad es complicada y especialmente exigente para nuestras rodillas porque justamente hay muchas superficies irregulares y un pavimento duro.

Sin embargo, lo comentamos porque, si hay algún margen de cambio, conviene tenerlo en cuenta. A veces, vale la pena alejarse un poco del núcleo urbano para respirar un poco mejor, calzarse las zapatillas y perderse entre árboles y paisajes verdes.